
El otro día me escapé a ver la exposición de la Colección Alcobendas, que se encuentra en el Centro Andaluz de la Fotografía (Almería). Yo no soy crítica de arte ni lo pretendo pero es que a veces no me puedo morder la lengua. Las fotos son estupendas y, desde luego, fue un placer ver obra de clásicos como
Miserachs,
Pomés,
Masats,
Müller o
Cualladó. Y me encantó la pieza "Acaso nº78" de
Javier Valhonrat. Pero me pareció un desastre la pared de mi querido
Oscar Molina, donde sus pequeñas fotos se amontonaban con las de
Luis Vioque sin apenas luz para ver unas y otras, o la selección de
Luis Baylón, porque no atisbé a reconocer la fuerza y el desparpajo de su estilo en esas dos fotos gélidas de los arrabales de Fez. Pero donde casi me vuelvo loca fue cuando me puse a leer las cartelas. Atendiendo a la técnica, la organización usó todas estas variaciones confusas y reiterativas, sin que hubiera ninguna aclaración para el visitante, el cual se perdía leyendo y releyendo lo allí escrito: "gelatina de plata", "gelatina clorobromuro de plata", "gelatin
o bromuro al selenium", "gelatin
a bromuro al selenio", "fotografía color", "impresión digital", "gicleé", "glicée", "fotografía manipulada", "fotografía/papel fuji cristal archivo", "lambda", "cibachrome", "cibachrome brillante", "fotografía siliconada sobre metracrilato", "radiance select", "radiance select alto brillo", "fotografía en blanco y negro pintada con acuarela líquida", "videofotografía" y "fotomontaje". Uff.