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Bernard Plossu, Taos, Nuevo México, 1979 |
Este artículo, escrito en 2009 y publicado ahora, transcurre a modo de diálogo mientras pasean por los alrededores de Riglos (Huesca), donde Bernard ha acudido a realizar un encargo y Antonio le acompaña como guía. Hablan de la carretera, de México, de Vietnam, de sus hijos, de Buñuel, del desierto, de sus padres, de los fotógrafos americanos, del dichoso flou que parece perseguirle, del azar, de su relación con la literatura, de sus magníficos y misteriosos talleres, donde sólo se camina, de Cartier-Bresson, de Robert Frank... de pura fotografía, en definitiva. Una gran lección de un pequeño-gran maestro. Imprescindible.
"¿Qué aconsejarías a los jóvenes fotógrafos?, pregunto. Que aprendan a ver imágenes, que vayan al cine y se tapen los oídos para que la música no interfiera, que vayan a los museos a ver pintura, que busquen las líneas de fuerza. Tratar de explicar el misterio de una imagen, sin embargo, resulta imposible. ¿Por qué una imagen mala encierra misterio, magia, duende, soplo? Eso es el misterio. En el mundo del arte y de la fotografía en particular los egos están sobredimensionados. A los jóvenes fotógrafos les recordaría las palabras de Céline: evocar la posteridad es echar un discurso a los gusanos".
Antonio, además de hombre sabio, profesor y poeta, es un enamorado de la fotografía y ha desarrollado una discreta pero intensa trayectoria en este ámbito. Entre otros, ha publicado los siguientes libros: El limpiabotas de Daguerre (Centro Puertas de Castilla, 2006), con prólogo de Ferdinando Scianna; Novelas como álbumes, fotografla y literatura (Mestizo, 2000); Los mil relatos de la imagen y uno más (DPH, UIMP 2003); Para qué fotografiar (DPH, UIMP 2004) y Relatos de fotografía (Castalia, 2006). Actualmente dirige la colección de libros de fotografia Cuarto oscuro para la Universidad de Zaragoza.


* Todas las imágenes de esta entrada son de Bernard Plossu y han sido positivadas utilizando el Proceso Fresson, una joya de la técnica que utiliza el proceso al carbón para obtener las impresiones en color más bellas que nunca he visto.
El proceso Fresson.
El proceso al carbón (con pigmentos constituidos de carbón vegetal pulverizado) fue inventado por Théodore-Henri Fresson hacia 1890. Su hijo Pierre realizó en 1952 el primer tiraje al carbón en color. Los pigmentos se extienden sobre un papel gelatinado, sensibilizado con bicromato de potasio y se expone bajo la acción de los rayos ultravioleta, la gelatina se endurece y aprisiona el pigmento. Cada imagen es entonces lavada frotándola constantemente con una mezcla de serrín y agua. Esta técnica se puede parecer al offset: tres imágenes en cyan, amarillo y magenta se superponen para recrear los colores; a continuación, se añade una cuarta capa negra. Se obtiene una cuatricomía con tonos continuos, sin trama.]
Fuente: FronteraD
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